Foto: Angela Ramos. Octubre. 2014 |
La mayoría de personas temen a las cosas que menos deberían temerle, como en este caso sería a los muertos y a su espacio de descanso. Sí, el llamado Cementerio. Un lugar donde se puede decir que es tranquilo, acogedor, donde se puede meditar u orar si es el caso; donde el viento, la lluvia y el sol no molesta a nadie, donde se puede caminar tranquilamente al oír el canto de los pájaros, el ver toda clase de insectos como mariposas, libélulas, etc...
Este lugar llamado Cementerio, es un lugar que amo e idolatro, sea cual sea. Cabe decir que hay cementerios hermosos, otros un poco más acabados y otros, ya demasiado modernos que su encanto se pierde debido a esa modernidad.
Hablando un poco de etimología, la palabra Cemento viene del latín, Caementa: piedra quebrada y éste del verbo Caedere, que significa cortar, quebrar, separar. El sufijo mentum, equivalente al castellano, -mento. Mientras que Cementerio, proviene del griego Koimitirion, que significa: dormitorio.
Dentro de la historia del origen de los cementerios, tenemos a la civilización egipcia, quienes su sentido del culto a los muertos era algo primordial, ya que para ellos la conservación del cadáver era llegar a que éste tuviera una próxima vida trascendente. Los egipcios, también suscitaban al respeto máximo y tenían sentimientos de piedad hacia los difuntos. En cambio, los romanos veneraban más al sepulcro en sí, que al muerto. Era más un respeto por medio del terror que de veneración al muerto.